Lo que se conoce como músculo estriado, supone el 50% de la masa corporal, y es una complicada máquina diseñada para convertir la energía química en mecánica. De la correcta función del músculo estriado depende por tanto la integridad de todos los órganos del cuerpo. Las patologías que afectan a estos músculos se llaman miopatías, que podremos dividir en primarias y secundarias, y clasificar en inflamatorias (infecciosas e inmunológicas) y, degenerativas (adquiridas y hereditarias).
Entre la miopatías inflamatorias infecciosas, podemos considerar las MIOSITIS INFLAMATORIAS INFECCIOSAS, y dentro de ellas, las causadas por el Toxoplasma gondii, y por el Neospora caninum. Ambos microorganismos tienden a producir síntomas más graves en animales jóvenes, y en los inmunodeprimidos. Los perros afectados presentarán marcha a saltos, paresia progresiva de las extremidades posteriores, así como extensión rígida de las mismas, dolor muscular intenso al principio, y atrofia progresiva de los mismos según evoluciona la enfermedad. No es extraño que en algunos casos se produzcan alteraciones a nivel del sistema nervioso que cursan con estupor, convulsiones y coriorretinitis (inflamación de la coroides, que es un recubrimiento de la retina profunda del ojo). Existen casos documentados de muerte a las 48 horas de la aparición de los primeros síntomas.
El diagnóstico de esta enfermedad no resulta sencillo, y se hará en base a la comprobación en un análisis de sangre de la elevación de una enzima llamada creatina cinasa, y en los resultados que arrojen las biopsias de los músculos afectados. La comprobación de anticuerpos en el suero frente a Toxoplasma o Neospora resultarán útiles. De cualquier forma es importante que sepáis que la toxoplasmosis se desarrolla clínicamente sólo en animales jóvenes (menos de 1 año) y suele surgir cuando se produce otra enfermedad. En cuanto al neospora el componente neurológico prevalece sobre los demás, del tal modo que los cachorros afectados presentan hiperextensión de las extremidades posteriores.
El tratamiento, una vez que estemos seguros que se trata de una miositis infecciosa, se realizará con clindamicina por vía oral, trimetroprima-sulfadiacina y pirimetamina. Los perros con enfermedad aguda sistémica pueden responder bien, sin embargo, el pronóstico a largo plazo es reservado por la existencia simultánea de otras enfermedades inmunosupresoras o lesiones del Sistema Nervioso Central.
La infección bacteriana puede producir miositis local después de la infección a través de heridas o de agentes hematógenos que se extienden desde un lugar distante a la infección. Algunos parásitos como la dirofilaria (gusano del corazón) podrá provocar también este tipo de miositis durante su migración en el músculo. Los perros afectados van a presenta dolor con cojera e inflamación localizada, fiebre, y en ocasiones, si la infección se disemina de forma rápida, muerte a las 24 horas de aparición de los síntomas.
Entre las MIOSITIS INFLAMATORIAS INMUNOLÓGICAS, que suelen ser las que con más frecuencia vemos en nuestras clínicas, nos encontramos con la miositis de los músculos masticadores, laspolimiositis y la dermatomiositis.
La inflamación de los músculos masticadores, es decir de los músculos temporales, masetero y pterigoideo, es lo que se conoce como miositis masticatoria. Puede ir acompañada de la miositis de los músculos extraoculares.
Se sospecha que su etiología (causa) se debe a desórdenes de la inmunidad. La inflamación de los músculos masticadores hace que éstos rellenen la órbita, que a su vez choca con el globo ocular y se producen exoftalmos (el globo ocular es desplazado hacia delante). Del mismo modo, los músculos extraoculares inflamados chocan directamente con el globo ocular, produciendo la misma alteración ocular. Además veremos protusión del tercer párpado, conjuntivitis, babeo, trismo (dificultad al abrir la boca), dolor a la palpación de los músculos temporales y al retropulsar el globo ocular, fiebre y falta de apetito que vendrá provocada por la negativa del animal a abrir la boca, acción que le provoca un importante dolor. Cuando el proceso se hace crónico se va a presentar fibrosis y atrofia de los músculos afectados, y más adelante enoftalmia (hundimiento o retracción del globo ocular en su órbita), y extravismo. La pérdida repentina de la visión se podrá presentar en algunos casos debido al desarrollo de una neuritis óptica. A veces, las mandíbulas permanecen abiertas porque es imposible el cierre completo. También puede observarse inflamación de las amígdalas y adenitis local.
Para el diagnóstico, además del reconocimiento de los síntomas descritos, podremos encontrar la elevación de eosinófilos (fracción de glóbulos blancos), y la elevación de la creatina cinasa (CK) (enzima muscular). Del mismo modo la electromiografía revelará inflamaciones activas (al principio) y atrofia (al final) de los músculos masticadores. Las biopsias musculares indicarán la presencia de inflamación en los mismos.
El tratamiento de elección es el uso de corticosteroides a dosis inmunosupresoras durante un largo tiempo, y de azatioprina. Se reconoce la posibilidad de provocar la apertura forzada de las mandíbulas bajo anestesia general, pero se corre el riesgo de fracturarlas.
La polimiositis es una enfermedad no infecciosa generalizada que puede afectar a cualquier grupo muscular , y tener tanto carácter agudo como crónico. Por lo general se presenta en perros adultos, y puede ser crónica y progresiva, o episódica con ataques agudos. Los perros afectados van a presentar depresión, letargo, fiebre, anorexia, y pérdida de peso. Además van a mostrar una marcha anómala, con debilidad, aparición de fatiga rápida tras el ejercicio, envaramiento, cojera intermitente, mialgia, inflamación o atrofia de los músculos, anomalías de la deglución, con disfagia (dificultad para comer), megaesófago (regurgitación de la comida y del agua), neumonía por aspiración, y la presencia de disfonía (alteración del ladrido). En ocasiones se relaciona con el lupus eritematoso sistémico, toxoplasmosis y erliquiosis, o varias formas de cáncer (síndrome paraneoplásico).
La presencia de los síntomas descritos, junto a la elevación en algunas ocasiones de la creatina cinasa (no siempre presente), y las alteraciones que nos vamos a encontrar en el electromiograma, nos facilitarán el reconocimiento de esta patología. La biopsia de los músculos afectados nos puede confirmar el diagnóstico.
El tratamiento de elección será el uso de corticosteroides a dosis inmunosupresoras, pudiendo añadir al mismo la azatioprina, y ciclofosfamida.
La dermatomiositis es una alteración hereditaria en la que se asocian miositis y dermatitis. Se ha descrito en perros de raza collie, Shetland sheepdog, y Welsh corgi. La manifestación de la alteración cutánea no pruriginosa son eritema, alopecia y ulceración. Los síntomas aparecen en cachorros de 3 a 11 semanas de edad y la enfermedad tiene un curso fluctuante. Los síntomas miopáticos de debilidad se observan en unos pocos meses.
Entre las MIOSITIS DEGENERATIVAS ADQUIRIDAS, podemos hablar de la miopatía fibrótica, y de lamiostis osificante.
La miopatía fibrótica es una enfermedad crónica y progresiva, que produce contractura muscular grave y fibrosis que afecta principalmente a músculos de las extremidades tanto anteriores como posteriores. Puede aparecer como consecuencia de un proceso neurológico, inyecciones intramusculares frecuentes, traumatismo agudo o microtraumatismos repetidos. Se verá la aparición de una cojera espontánea, mecánica y no dolorosa. La afectación en lo que respecta a la locomoción, dependerá del músculo afectado y de la extensión de la fibrosis.
A la palpación se notará una banda fibrosa tensa en la superficie del músculo, y la biopsia y la electromiografía confirmarán el diagnóstico.
Los tratamientos médicos no son efectivos en este caso, y no se recomienda la cirugía a menos que la cojera produzca incapacidad.
La miositis osificante es la formación de hueso en el músculo. Es más frecuente en perros de razas grandes y de mediana edad. Se caracteriza por el desarrollo excesivo de tejido conjuntivo fibroso, que dará lugar a una degeneración muscular extensa que al final va a provocar calcificación y osificación muscular. Se suele asociar a un traumatismo, y otras causas propuestas son infecciones, y hematomas. El músculo afectado va a presentar un aumento de tamaño palpable y va a provocar cojera crónica con atrofia muscular, y dolor después del ejercicio.
El diagnóstico se podrá establecer mediante una radiografía a las 3-6 semanas de la aparición del proceso, en que será visible la calcificación del tejido blando muscular.
Si los signos clínicos son mínimos, no está indicado el tratamiento, que sería la escisión quirúrgica de la zona mineralizada.
Entre las MIOPATÍAS DEGENERATIVAS HEREDITARIAS, nos encontramos con la que se conoce comoHipertermia maligna. Se trata de una enfermedad metabólica del músculo esquelético. Puede ser la respuesta a ciertos anestésicos inhalados, como el halotano, aunque se ha asociado a otros, y parece ser que no está asociada con la primera exposición al agente causal. Se ha asociado también a otros fármacos, como la succinilcolina, enflurano y lidocaína. Puede, además, ser inducida por estrés (excitación o ejercicio) y se ha llamado “síndrome del estrés canino”. Se ha observado una enfermedad similar con la ingestión de lúpulo. Es más frecuente en perros machos y de razas muy musculosas. La fiebre y la temperatura ambiental elevada también pueden aumentar el riesgo.
Los síntomas que va a manifestar el perro afectado consisten en taquicardia, taquipnea, hiperpnea (respiración rápida, profunda, trabajosa), pirexia (aumento de la temperatura corporal), y en casos fulminantes rigidez muscular generalizada o localizada en los músculos masticadores, insuficiencia cardiaca, insuficiencia renal, edema pulmonar, coagulación intravascular diseminada, y paro cardiaco y respiratorio.
El pensar que un perro padece hipertermia maligna, será sencillo: el animal estará en plena anestesia o la habrá pasado entre 30 minutos y 5 horas después de presentar la sintomatología. La suspensión de la anestesia, la ventilación con oxígeno al 100%, la infusión de líquidos intravenosos fríos, el enfriamiento de todo el cuerpo con hielo, y la administración de dantroleno, pueden ayudar a salvar la vida del perro, pero el pronóstico será malo, sobre todo en la forma fulminante.
Para continuar con el repaso a las enfermedades que afectan a los músculos de vuestros perros, os hablaré de la miopatía por ejercicio, que es un síndrome de lesión muscular causado por el ejercicio extremo. Es más frecuente en los perros de trabajo y en los galgos de carreras. También se conoce como rabdomiólisis por ejercicio, enfermedad del lunes por la mañana, inmovilidad, azoturia, y mioglobinuria paralítica.
La causa es la pérdida de forma física, trabajo muy frecuente, exceso de calor, y exceso de excitación. También se ha observado de forma secundaria a convulsiones prolongadas. Lo que se conoce como acidosis láctica y la lisis de la pared muscular, con la resultante pérdida de mioglobina, puede provocar una nefropatía.
En los casos leves se va presentar un dolor muscular generalizado e inflamación durante 24-72 horas después de la carrera. En los casos graves, veremos dolor e inflamación muscular, sobre todo en la espalda y cuartos traseros, envaramiento que comienza en los miembros posteriores, hiperpnea, angustia extrema, colapso agudo, y mioglobinemia grave, que conduce a nefropatía. Insuficiencia renal aguda y muerte en 48 horas.
La aparición de los síntomas descritos relacionados con un ejercicio para el que el perro no ha recibido la preparación necesaria (entrenamiento), junto a la presencia de mioglobina en la orina, la probable elevación de potasio y de fósforo en sangre en función de la extensión del daño muscular y renal, y la elevación de las enzimas musculares puede ayudarnos a identificar el problema.
El tratamiento, en los casos en que sea necesario, se realizará a base de fluidoterapia intravenosa, bicarbonato (si lo indica la gasometría arterial), enfriamiento del cuerpo con baños de agua tibia, reposo, masajes en los músculos, y relajantes musculares. Es de suma importancia la vigilancia de la función renal, y de la producción de orina (diuresis).
Lo que se conoce como miopatía del Labrador Retriever ha sido descrita en Francia, Australia, EEUU, y Gran Bretaña. Los síntomas clínicos aparecen a los 8 u 11 meses de edad, siendo el pico alrededor de los 4 meses. Se observa debilidad generalizada, con atrofia muscular más evidente, en los músculos temporales. También se observa ventroflexión cervical y marcha a saltos de conejo. La fatigabilidad es variable. Los perros afectados presentan una importante delgadez que contrasta con el estado muscular de un labrador sano. Los reflejos tendinosos están reducidos o abolidos. La enfermedad no es letal. El diagnóstico debe ser confirmado por biopsia muscular y electromiografía. El valor de la CK en esta enfermedad es normal.
Además, existen algunas enfermedades endocrinas que pueden comprometer el buen estado y el buen funcionamiento de los músculos de vuestros perros, como son el Síndrome de Cushing (hiperfunción corticosuprarrenal), y el hipotiroidismo, en cuyo caso, el uso de los tratamientos adecuados para estas dos patologías, harían desaparecer las alteraciones musculares y por lo tanto sus manifestaciones clínicas.
José Enrique Zaldívar Laguía.
Clínica Veterinaria Colores.
Madrid
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