quinta-feira, 26 de agosto de 2010

ENCAPSULAN VACUNAS EN CRISTALES DE PROTEÍNAS PARA EVITAR SU REFRIGERACIÓN Y CADUCIDAD

• En su laboratorio, Luis Vaca Domínguez, del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, aísla y modifica microcristales de virus para utilizarlos como recipientes de los inóculos
• Con una patente en trámite, la tecnología está en proceso de transferencia a una empresa mexicana

A partir de una estructura cristalizada de proteínas, desarrollada por los virus para sobrevivir mientras encuentran un hospedero, el investigador Luis Vaca Domínguez, del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM, ha desarrollado una tecnología para “encapsular” vacunas, y así evitar su refrigeración y caducidad.
Desde hace 18 años, el médico y doctor en Ciencias Biomédicas por esta casa de estudios, trabaja con el virus Autographa californica, principal plaga del gusano de la seda.
Vaca Domínguez extrae del microorganismo la proteína poliedrina –que con su forma de poliedro lo dota de estabilidad–, la cual aísla, modifica y clona en su laboratorio para utilizarla como cápsula o recipiente de vacunas.
“Como parte de su proceso evolutivo, los virus han desarrollado estas proteínas que se cristalizan y adquieren una estructura que los protege del ambiente, la temperatura y la luz, mientras llegan a un hospedero para sobrevivir y reproducirse”, explicó.
Un cristal es una estructura organizada, ordenada y estable desde las moléculas internas hasta su parte exterior. En la naturaleza existen algunos macroscópicos, como los de la sal y el azúcar, y microscópicos, como los que Vaca Domínguez y sus colaboradores generan en el Departamento de Biología Celular y del Desarrollo del IFC.
“Los que desarrollamos, a partir de una proteína única: la poliedrina, son muy pequeños, de una a cinco micras, y tienen la capacidad de formar cristales de forma espontánea”, señaló.
Dentro de esa estructura el virus permanece en un estado de suspensión, sin contacto con el ambiente externo. Es esta ventaja la que se busca conservar cuando habiten las vacunas, para evitar que se refrigeren y caduquen.
“En el cristal únicamente residen baculovirus (con forma de bastón o báculo, como Autographa californica), pues hay mecanismos muy sofisticados que impiden que cualquier otro microorganismo ingrese; con ese control, el virus asegura que no le ganen su casa”, detalló.
La llave de la casa
Aunque de manera natural el cristal es “una casa con una aduana estricta y de alta seguridad” que solamente acepta a un virus como habitante, Luis Vaca Domínguez ha apostado por la estrategia de introducir vacunas con estructura muy distinta a los baculovirus.
En vez de violar las reglas de resguardo, el universitario ha dedicado gran parte de su trabajo a buscar “la llave”, que encontró en un fragmento de aminoácidos, constituyentes de las proteínas.
“Después de mucho tiempo, logramos descubrir que hay una secuencia en una proteína del virus que es como la llave de la casa. Si tomamos esa serie de 25 aminoácidos, y se la ponemos a cualquier proteína que queramos, automáticamente tenemos la visa para entrar al cristal”, dijo.
Hace año y medio, Vaca Domínguez y sus colaboradores hicieron el hallazgo, y con ello pueden continuar su estrategia de entrar a la casa de cristal con otro habitante: una vacuna que evite enfermedades en los seres humanos.
Actualmente, la tecnología está en trámite de patente, y el investigador está en pláticas con una empresa mexicana interesada en la transferencia tecnológica para producir la primera inoculación dentro del cristal.
“El proceso lo hemos desarrollado por varios años con apoyo de la UNAM, pero más recientemente hemos contado con apoyo del Instituto de Ciencia y Tecnología del DF (ICyTDF), que también tiene participación en la actual negociación”, aclaró.
Vacunas de nueva generación
Una de las ventajas de la nueva generación de vacunas que podrán desarrollarse dentro de cristales proteicos, es que serán más duraderas, y su transporte y conservación más económicos.
“Hemos creado cápsulas de diversos tamaños y formas, algunas son cúbicas y menos estables, así que si se inyectan al torrente sanguíneo de un animal de prueba, en unos días se desintegra, pero la inoculación ya está en el organismo”, expuso.
El potencial de esta tecnología es enorme, pues el cristal también permitirá controlar la liberación de la vacuna dentro del torrente sanguíneo, así como integrar inóculos en cristales que se coman, como la sal o el azúcar.
“Para cada una tendremos que buscar la llave precisa, pero el mecanismo para hacerlo ya lo conocemos”, añadió.
Hasta ahora, Vaca Domínguez ha probado dentro del cristal una vacuna experimental contra la enfermedad de Aujeszky, también conocida como pseudorrabia, que afecta a cerdos y conejos, y a futuro se podrá intentar contra la amibiasis, la malaria y la influenza.   

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