Todo el mundo está de acuerdo en que más vale prevenir que curar, y que una buena pauta vacunal es la mejor defensa frente a los virus que más frecuentemente provocan enfermedades en los animales de compañía. Pero en las ocasiones en que no se ha llevado a cabo una prevención inmunológica o ésta no ha sido la adecuada, hay que hacer frente directamente a los virus. Estas son algunas de las armas de la terapia antiviral.
Desde hace unos años, existe un interés creciente en el uso de agentes antivirales para el tratamiento de las patologías producidas por virus en perros y gatos. Todavía faltan muchos estudios clínicos para conocer el alcance terapéutico de estos productos, pero el resultado que se ha podido observar en algunos pacientes avala la confianza y esperanzas puestos en ellos. Los tratamientos antivirales que suscitan un mayor interés por su posible aplicación en la clínica de pequeños animales son los inhibidores de la transcriptasa inversa, en el caso de retrovirus, y los agentes inmunomoduladores y/o antivíricos, entre los que destacan los interferones.
Inhibidores de la transcriptasa inversa
Utilizados para combatir a los retrovirus (FIV y FeLV), estos compuestos son análogos de los nucleósidos y compiten con los nucleótidos celulares para unirse a la enzima transcriptasa inversa viral, de forma que bloquean la transcripción del ARN viral a ADN proviral. Estos fármacos impiden tanto la replicación viral como la infección celular. Los inhibidores de la transcriptasa inversa, como la azidotimidina (AZT), están siendo ampliamente analizados, sobre todo en los gatos, por su posible efecto frente a los virus causantes de la inmunodeficiencia y de la leucemia felinas.
La AZT se puede administrar en gatos vía oral (mejor con el estómago vacío) y subcutáneamente a dosis de 5 mg/kg, dos o tres veces al día. El efecto secundario más relevante en gatos es una anemia reversible; también pueden detectarse en ocasiones vómitos o anorexia.
Agentes inmunomoduladores
Existen diferentes compuestos con propiedades inmunomoduladoras, cuyos efectos se han analizado básicamente en la especie humana, con lo cual aún están por determinar los beneficios de su aplicación en veterinaria. Ejemplos de ellos son:
• Acemananos: son carbohidratos complejos derivados del aloe vera, que al ser incorporados por los macrófagos estimulan la producción de citoquinas, incluida la interleukina-1 (IL-1), factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) y prostaglandina E2 (PGE2). Los acemananos incrementan la fagocitosis por parte de los macrófagos y su efecto antiviral se ha demostrado in vitro. En dos ensayos clínicos no comparativos se han aplicado a dosis de 2 mg/kg una vez a la semana mediante administración subcutánea, intraperitoneal o intravenosa en gatos afectados por FeLV. En uno de los estudios se pudo observar un efecto positivo en el recuento de linfocitos y una menor incidencia de infecciones secundarias.
• Proteína estafilocócica A: es un polipéptido de la superficie de la pared celular o secretado por las bacterias del género Staphylococcus. Se considera un agente inmunomodulador ya que activa los linfocitos B y T, induce la producción local de interferón y puede que presente también algún efecto antiviral directo.
• Propionibacterium acnes: compuesto producido a partir de bacterias muertas. Su efecto inmunomodulador se le atribuye a la activación de macrófagos lo que conlleva la producción de IL-1, interferón y TNF.
• Lactoferrina bovina: se ha utilizado en pruebas clínicas, en gatos que presentaban gingivoestomatitis crónica, algunos de ellos con FIV, a dosis de 40 mg/kg diariamente de forma tópica, durante dos semanas. En estos gatos se pudo observar una mejoría en los síntomas.
Agentes antivirales
Se han llevado a cabo algunos estudios in vitro sobre su aplicación en animales de compañía en los siguientes fármacos:
• Trifluorotimidina (o trifluridina): es el más potente de este grupo de fármacos y penetra muy bien en el epitelio corneal (herpesvirus), pero presenta cierto efecto irritante y puede resultar complicado de obtener.
• Idoxuridina: este principio es más económico y menos irritante que el anterior. Se emplea para los procesos víricos cutáneos y corneales.
• Vidarabina: frente a herpesvirus de piel y córnea
• Acyclovir: este compuesto tiene defensores y detractores dado su grado variable de eficacia y la toxicidad que se le ha asociado en algunos casos.
• Lisina: frente a herpesvirus ya que administrada a ciertas dosis actúa como antagonista de la arginina, impidiendo así la replicación del virus.
Otros fármacos que suelen emplearse en medicina humana y cuya efectividad en el campo veterinario está por contrastar son p. ej.: amantadina y rimantadina (profilaxis y tratamiento de la gripe en pacientes de riesgo), tromantadina (herpesvirus cutáneo) o ribavirina (virus respiratorio sincitial en niños y de forma experimental en peritonitis infecciosa felina).
Interferón
Los interferones son glucoproteínas de bajo peso molecular sintetizadas por diferentes tipos celulares, principalmente del sistema inmune (macrófagos y linfocitos T helper). De forma natural se encuentran en el suero de animales infectados por virus y constituyen uno de los componentes de la inmunidad innata. Dada su capacidad antivírica, los interferones se han empleado desde hace tiempo en la clínica de pequeños animales, principalmente el interferón alfa recombinante humano y el interferón omega recombinante felino (el único comercializado para su uso en animales de compañía).
Presentan una actividad antivírica, antiproliferativa e inmunomoduladora. Inhiben la replicación de numerosos virus ADN (poxvirus, herpesvirus y citomegalovirus) y ARN (retrovirus, togavirus, rhabdovirus, orthomyxovirus, paramyxovirus, reovirus, picornavirus). Los adenovirus se muestran resistentes.
El interferón omega felino se aplica como parte de la terapia en gatos afectados de FeLV, FIV, calicivirosis, herpesvirus, panleucopenia felina, peritonitis infecciosa felina, gingivoestomatits crónica (GEC), fibrosarcoma felino, o como medida preventiva en aquellos animales que vayan a estar expuestos a un mayor riesgo de infección. También puede ser parte de la terapia, junto al tratamiento sintomático y de apoyo, en casos de parvovirus y moquillo canino.
Tal y como ocurre en medicina humana, muy probablemente se obtengan mejores resultados con cócteles de fármacos antivirales.
El tiempo y los adecuados estudios clínicos serán los que podrán ofrecer a los veterinarios las armas más adecuadas para enfrentarse a los virus de sus pacientes.
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